Violencia en los niños
Hablar de violencia con los niños nos lleva a pensar en un amplio espectro de violencias: violencia social, violencia familiar, violencia desatada a lo largo de la historia.
Cuando en una sociedad reina la violencia los mayores damnificados son los niños y los adolescentes, ya se por diferentes vías, por ejemplo cuando sufren hambre, los niños son los que más sufren sus consecuencias.
La tolerancia de los adultos hacia la habitual agresión infantil disminuye cuando están en estado de estrés, o de desborde. Cuando se habla de violencia se refiere a provocar en el otro sensaciones insoportable, ir más allá del límite de lo tolerable, fundamentalmente en todo aquello que hace al desconocimiento del otro.
Y es que tanto en el ámbito individual como en el social hay golpes que dejan marcas y que quiebran la trama que sostiene la vida.
Así, hay violencia en la urgencia para que los niños crezcan, para que sean alguien en el futuros. Sabemos que hay una transmisión de violencia a través de las generaciones. Pero esto no implica una cuestión lineal, de causa afecto, sino que se da en un entramado muy especial.
Las familias violentas son generalmente familias cerradas, en las que no hay un intercambio fluido con el resto del mundo.
Cuando los padres no se ubican como diferentes al niño, pude querer matarlo como si fuera un pedazo de ellos que no les gusta.
También es frecuente que, cuando se tiene un hijo, el deseo sea el de tener un muñeco, no un bebé que llora, usa pañales, se despierta en las noches, quiere comer a cada rato. Es decir, un hijo implica una exigencia importante. Es alguien que requiere atención y cuidados, muy diferentes a las muñecas de la infancia.Si los niños son molestos, irrumpen rompiendo la tranquilidad, la paz; si son las que exigen conexión, es posible que lo que se haga es matar la vida, dormirla, acallarla, transformarla en una secuencia monótona, a través de maltratar a un niño.
Sabemos que hay golpes si palabras y de los que nada puede ser dicho, que entran en un territorio en el que reina el silencio.
La sociedad tiende a mantener en silencio las situaciones dolorosas y vergonzantes y se enseña en avergonzar al que habla. El secreto, el silencio y el olvido van juntos. Pero lo indecible para una generación se transformará en innombrable para la que le sigue y en impensable para la tercera.
MARCAS DE LA VIOLENCIA
1) Aniquilación de las diferencias y búsquedas de sensaciones fuertes; anulación de la conciencia en tanto el registro de cualidades y sensaciones. Esto aparece como no sentir, ausencia de sensaciones sentimientos. Son niños que perdieron la posibilidad de diferenciar sensaciones, de todo es igual, no hay diferencias. Están en estado de shock continuo, electrificados. O zombies, especies de muertos -vivos, que no odian ni salen a veces de ese estado a través de una visión paranoica del mundo.
2) Si todo le parece igual, sienten que la vida, que no pueden sostener desde lo interno, porque tienen un pedazo muerto, debería ser sostenida desde el afuera, desde los golpes del contextos.
3) Habitualmente un niño con padres suficientemente buenos puede cualificar el mundo, ir registrando diferencias y sentirse vivo, sin ser sacudido por emociones fuertes. Pueden sentir placer en el contacto tierno, en escuchar música, en leer un cuento. Estos chicos golpeados, maltratados, no tienen esa posibilidad.
4) Son niños que quedan anestesiados, con una parte muerta y que buscan ser sacudidos a través de situaciones peligrosas, que juegan con la posibilidad de un accidentes, que se drogan, que se golpean contra el mundo.
5) Quizás la consecuencia más evidente sea la repetición, haciendo activo lo pasivo (identificando al agresor) buscando que alguien se haga cargo de que la repetición textual se dé. Lo que se torna ineludible en estos casos es la repetición de la vivencia.
17 ago 2009
Revista
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