4 dic 2009


Hamlet (Williams Shakespeare): El rey de Dinamarca muere y su hermano Claudio sube al trono. Se casa de manera repentina con Gertrudis, la reina, y el príncipe Hamlet está sumido en una profunda depresión.
Se le aparece una noche la sombra de su padre, el rey difunto, le revela quien lo mató para acceder a la corona, y le exige venganza. El príncipe mientras tanto finge estar loco, que no sospeche cuáles son sus verdaderas intenciones, y el viejo Polonio, quien considera que Hamlet está sufriendo los efectos del amor que siente por su hija Ofelia.
Para confirmar lo dicho por el fantasma de su padre, Hamlet dispone que se represente una obra que ilustre el asesinato descripto por su padre, y de acuerdo a la reacción del rey, podrá saber si él realmente cometió el crimen. En la mitad de la obra Claudio se retira muy perturbado, y el príncipe confirma así las revelaciones de la sombra.
Luego de la representación teatral, Hamlet enfrenta a su madre, y mientras le reprocha el haberse casado con Claudio. El fantasma reaparece e insta a Hamlet a terminar su tarea. Pero no puede; el rey lo envía a Inglaterra y da la orden de que lo maten en dicho país, pero el príncipe logra escapar, falsificando las órdenes del rey. Cuando regresa a Dinamarca se entera de que Ofelia se volvió loca y se ahogó. Su hermano Laertes, sin buscar pruebas ni hacer un análisis de la situación antes de actuar, se apresura para vengar la muerte de su padre. El rey lo persuade para que participe en un combate de esgrima con Hamlet, equipado con un arma envenenada para asegurar la muerte del príncipe. Durante el mismo, Laertes logra su cometido, envenenando a Hamlet, pero también recibe una herida con la espada adulterada. Antes de morir, el príncipe ve que su madre toma una bebida envenenada que era para él, y mata a Claudio.

Poema Novalis de Antonio Colinas
Oh Noche, cuánto tiempo sin verte tan copiosa
en astros y en luciérnagas, tan ebria de perfumes.
Después de muchos años te conozco en tus fuegos
azules, en tus bosques de castaños y pinos.
Te conozco en la furia de los perros que ladran
y en las húmedas fresas que brotan de lo oscuro.
Te sospecho repleta de cascadas y parras.
Cuánto tiempo he callado, cuánto tiempo he perdido,
cuánto tiempo he soñado mirando con los ojos
arrasados de lágrimas, como ahora, tu hermosura.
Noche mía, no cruces en vano este planeta.
Deteneos esferas y que arrecie la música.
Noche, Noche dulcísima, pues que aún he de volver
al mundo de los hombres, deja caer un astro,
clava un arpón ardiente entre mis ojos tristes
o déjame reinar en ti como una luna.
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